Admirar a un ciclista controvertido como Il Pirata Pantani, con todas sus glorias
y asumiendo sus errores. Emocionarse con el adiós de Sir Bradley Wiggins al WorldTour y tener la certeza casi
absoluta de que iba a ganar la Paris-Roubaix en su último año. Perderse [o
ganarse] una hora por delante de la televisión esperando que un ciclista rompa
el record de la hora. Llorar con las victorias o pérdidas del Pistolero
Contador. Gritarse Gilberrrrrt delante de la pantalla de cada vez que el belga nos
sonríe con una sus bellas victorias. Detenerse a ver Cancellara golpeando los adoquines. Reírse con las caras de Voeckler. Echar de
menos a Flecha en el pelotón, igual que a Jens Voigt y su ‘shut up legs’. Quedarse a punto de sufrir un ataque del corazón
con la conquista del Mundial de carretera por el ‘talentazo’ portugués Rui
Costa o las conquistas del oro al bronce de los gemelos Ivo y Rui Oliveira en
el Mundial y Europeo de Pista. Vibrar con los artículos o comentarios donde refieren
los héroes lusos pedaleando por el mundo. Morirse de amor por los paisajes que
el ciclismo televisado nos ofrece.
Dentro fronteras... Enamorarse del ciclismo gracias
a la reina Volta a Portugal y uno de sus mayores héroes, Marco Chagas. Haber soñado con la victoria de Cândido Barbosa en la general de la Volta a Portugal [¿he
sido la única?]. Recordarse de los sprints de Sérgio Ribeiro y las peleas en meta con Samuel Caldeira.
Admirar la interminable búsqueda de Rui Sousa por su Volta [ay, que ese primer
lugar siempre huye por tan poco]. Vibrar con la victoria de los gallegos en las carreras lusas como
si fueran portugueses [David Blanco, Alex Marque, Gustavo Veloso o Delio
Fernández ya son un poquito lusos, ¿no?]. Seguir acompañando a los ciclistas extranjeros que
hicieron parte del pelotón luso tras su ida hacia equipos internacionales.
Pero hay más… Joaquim Andrade y su inagotable
dedicación de años a este deporte, de lo más acertado en el ciclismo de formación
trabajando con los jóvenes [hay quién no sepa que sigue deteniendo el record Guinness de
participaciones en la Volta a Portugal, ¡21!]. La admiración por Vidal Fitas, que mantiene de pie
un equipo con tamaña historia en Tavira y en el mundo [no quiero irme del ciclismo
sin hacerle una gran entrevista]. Ver crecer los jóvenes lusos llenos de sueños
e ilusión por ese deporte, y son tantos los nombres que se me puede olvidar
alguno y así refiero solamente cinco. Siempre me saca una sonrisa Rafael Silva con
su inteligente forma de pedalear, y que se lo hizo ganar la Volta a Portugal do
Futuro o el GP Liberty Seguros de manera inolvidable. Frederico Figueiredo con
su garra e imponiendo su valor en la
montaña, ¿lo veremos rey escalador en la Volta a Portugal como a su tío Carlos
Pinho? Nuno Almeida con su ilusión y la victoria que ha sido terminarse los
estudios y su primera Volta a Portugal entre profesionales. Joaquim Silva con
su talento y el durísimo triunfo en el Mirador de Ézaro. Luís Gomes y el gran desarrollo
que demuestra en estos tres últimos años de formación. Cinco momentos de cada
uno de ellos que me hacen admirarlos y esperar verlos crecer aún más y quizá volar
al nivel internacional.
Concluyo que el ciclismo romántico te lo encuentras
dentro de ti mismo. Más que una categórica definición, es la manera como miras
al ciclismo, a sus protagonistas y sus idílicos escenarios. ¿Visión naïve? Que sea, me enamora de por vida.
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